Lo que debes saber de la Viruela Símica (Viruela del Mono)


Lo que debes saber de la Viruela Símica (Viruela del Mono)


La viruela símica o viruela del mono, es una enfermedad provocada por un virus transmitido de los animales a las personas, también de personas a personas, produciendo síntomas similares a los de la viruela en el pasado, aunque menos graves. Su nombre proviene de un hallazgo en el año de 1958, donde se detectó dicha enfermedad en varios simios. Principalmente se encuentra en las selvas tropicales de África Central y Occidental en donde están los animales portadores y por lo general es una enfermedad que afecta habitualmente a dicha región. 


La viruela símica incluye síntomas que duran entre 2 y 4 semanas, cediendo espontáneamente al cabo de los días. Los casos graves se producen con mayor frecuencia en niños y su evolución depende del grado de exposición que se encuentren al virus, el estado de salud general del paciente y la naturaleza de las complicaciones. Si la enfermedad se complica, puede causar infecciones secundarias; bronconeumonía, síndrome séptico, encefalitis e infección de la córnea con pérdida de la visión. 


El periodo de incubación de la enfermedad suele ser de 6 a 13 días y puede variar entre 5 y 21 días. La infección puede dividirse en dos periodos: 


En el primer periodo, durante los primeros 5 días, suele ser un periodo de invasión en donde los síntomas son por lo general fiebre, cefalea intensa, inflamación de los ganglios linfáticos, dolor lumbar y dolores musculares y falta de energía. 

Después de la aparición de la fiebre, suele comenzar la erupción cutánea concentrándose en toda la cara y las extremidades. Las zonas más afectadas son el rostro (en el 95% de los casos), las palmas de las manos y las plantas de los pies (en el 75% de los casos). También se ven afectadas las mucosas orales (en el 70% de los casos), los genitales (30%) y las conjuntivas (20%), así como la córnea. El número de lesiones varía de unas pocas a varios miles. En casos graves, las lesiones pueden unirse y hacer que se desprendan grandes secciones de piel.

Cuando se realiza el diagnóstico, se debe tener en cuenta los elementos que la diferencian de otras enfermedades que incluyen erupciones cutáneas como la varicela, el sarampión, las infecciones bacterianas de la piel, la sarna y las alergias por medicamentos. Un factor que puede diferenciar esta enfermedad de las demás, son los ganglios linfáticos inflamados. 

Cuando hay algún caso de sospecha, los profesionales de salud se encargan de obtener una muestra de laboratorio adecuada. Su confirmación depende del tipo y calidad de muestra practicada, pues deben ser envasadas y enviadas a análisis de acuerdo a los requisitos de salubridad que necesita. Las muestras idóneas para diagnosticar la viruela símica son las que provienen de lesiones cutáneas: techo o 
líquido de vesículas y pústulas, así como costras secas. Cuando sea factible, la biopsia es una opción. Las muestras de lesiones deben almacenarse en un tubo seco y estéril (sin medios de transporte víricos) y conservarlas en refrigeración. A menudo, las PCR practicadas a partir de muestras sanguíneas no son concluyentes porque la viremia es demasiado reciente en el momento en que se toman las muestras tras la aparición de los síntomas; por este motivo, no conviene extraer sangre sistemáticamente a los pacientes.

En cuanto a la interpretación de resultados de las pruebas, es fundamental la información de síntomas del paciente junto con las muestras y su edad. 

Aunque aún no existe un tratamiento específico que haya sido aprobado para la viruela del mono, la atención clínica está siendo centrada en aliviar los síntomas, controlar las complicaciones y evitar secuelas a largo plazo. Se recomiendan medicamentos antivirales como el tecovirimat. 

Una gran parte de los casos que se han identificado, han sido relacionados con contagio por medio de relaciones sexuales ente hombres y algunas casos se han identificado a través de clinicas de salud sexual. Sin embargo, el contagio puede producirse en otros entornos, pues las personas que tienen viruela del mono son contagiosas mientras tienen síntomas. El virus se puede contraer a través del contacto físico con alguien que tiene síntomas. Las erupciones, los fluidos corporales como pus o sangre de lesiones en la piel y las costras son particularmente infecciosos. El contacto con objetos que han estado en contacto con la persona infectada como la ropa, ropa de cama, toallas u objetos como utensilios para comer también pueden representar un foco de infección. Pueden resultar también infecciosas las úlceras, lesiones o llagas puesto que el virus puede propagarse a través de la saliva. Por lo tanto, tendremos un alto riesgo de infección si convivimos con personas contagiadas en nuestra casa o si lo hacemos con parejas sexuales.

Según algunos estudios, se ha demostrado que la vacuna contra la viruela tiene el 85% de eficacia contra la viruela del mono, lo cual permite creer que la enfermedad en estos casos será más leve. 

Es importante tomar conciencia del riesgo que supone contraer viruela del mono por su rápida propagación y por el hecho de resultar tan contagiosa. Se considera primordial adoptar medidas de prevención para evitar la infección y la trasmisión de la viruela del mono. Evitar los animales que puedan ser portadores del virus, evitar manipular ropa, sábanas, mantas u otros materiales que hayan estado en contacto con las personas infectadas, aislar a las personas con el virus de las personas sanas y lavar bien las manos con agua y jabón después de cualquier contacto son medidas importantes que ayudarán a protegerte.


En caso de que tú presentes alguno de los síntomas ya mencionados, lo ideal es que acudas al médico y que uses mascarilla en todo momento para evitar propagar el virus. 

https://www.who.int/



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